Cultura y Satisfacción
La práctica y la experiencia en psicoanálisis verifica que son esas personas que llamamos «neuróticas» las que menos soportan las frustraciones a las que está sometida la vida sexual -nos dice Freud en «El malestar en la cultura».
Sabemos que la cultura es la que ha tendido a restringir satisfacciones sexuales incestuosas en la primera fase de la cultura: el totemismo. Esa, considera Freud, ha sido la limitación más grande que ha sufrido el hombre en relación a sus objeto de amor; es así que las costumbres, la ley y el tabú han determinado nuevos límites.
Es interesante cómo lo plantea Freud en este ensayo: al obedecer la cultura al imperio de la economía, tuvo que quitarle a la sexualidad esa energía que se necesita para producir, adoptando frente a la sexualidad la misma posición que adopta un pueblo frente a otro explotado; esto es, por miedo a que se rebele, se adoptan medidas más severas.
Así, la cultura europea de los tiempos en los que Feud escribe este trabajo, una cultura paternalista, rígida, da a entender que solamente tolerará las relaciones sexuales que se basen en la unión indisoluble entre un hombre y una mujer. Al mismo tiempo, no admite la sexualidad como fuente pura de placer, sino como medio para la reproducción.
De esta manera, habría implícitamente una imposición de una vida sexual igual para todos…
Aun así, y Freud obviamente está advertido de ello, estas prohibiciones son transgredidas todo el tiempo, por lo que es parte también de una sociedad civilizada dejar pasar algunas cosas, cerrar los ojos…
Ahora bien, Freud también ensaya que no solo estas prohibiciones y restricciones provienen de la cultura; sino que habría algo propio de la sexualidad que nos impide una competa satisfacción.
Volviendo al principio, son los neuróticos los que más sufren estas frustraciones en lo que atañe a la sexualidad.
Y es por medio de los síntomas, nos dirá Freud, que se proporcionarán satisfacciones sustitutivas; pero que sin embargo provocan sufrimiento.
La cultura no solo interviene prohibiendo y poniendo límites sobre el amor y la sexualidad, sino también en lo que atañe a la agresividad.
Es así, dice Freud que ya podemos ir comprendiendo un poco esto de que al ser humano se le hace complicado ser feliz.
Freud a medida que va avanzando en este ensayo va teniendo la sensación de que nunca como antes había escrito cosas ya por muchos conocidas; que no aportaba nada nuevo. Pero sostiene que en la teoría analítica es la teoría de las pulsiones la que ha permitido explicar muchas cuestiones; la libido yoica y la libido objetal.
Es aquí también que se muestra entusiasmado con la posibilidad de que aparezca una modificación en esta teoría libidinal, al plantearse que existe una «particular pulsión agresiva e independiente». Tarea -a posteriori- vana. Ya que solo sus desarrollos posteriores han girado sobre algo que ya teóricamente había dado su vuelta hacía algunos años, y lo que sigue en el ensayo no hace más que reforzar ese giro.
FUENTE: FREUD, S. «El malestar en la cultura»