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El análisis que termina

Publicado por Betina Ganim

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Desde la perspectiva del estatuto conceptual del goce en tanto «goce-satisfacción» (los remito al post anterior) que Lacan formaliza recién en el Seminario 20 («Aún») queda dicho que no se trata del goce que se diferencia del placer por la ruptura homeostática que supone el exceso; sino que se trata, dice Miller, de una homeostasis superior, cuyo funcionamiento incluye el exceso; esa es la diferencia. Y de esto se trata cuando Lacan habla del sinthome.

Siguiendo a Miller en su Curso «Sutilezas analíticas», un psicoanálisis tiene estructura de ficción. Esto dice mucho también sobre un término que Miller mismo hizo surgir ya hace un tiempo: el inconsciente transferencial. Se trata de un inconsciente construido en análisis.

Cuando hablamos de la construcción fantasmática, podemos hablar de la construcción del inconsciente, construcción en la que el analista está sin dudas implicado, ya que es él mismo, con su acto, quien dirige tal construcción. Y el inconsciente tiene sentido porque el analista está ahí para interpretarlo.

Podemos decir que es precisamente esto lo que queremos decir cuando retomamos la «asociación libre» enunciada por Freud, que no es más que una invitación a prestarle atención a lo que se dice, a los que se les presenta ahí.

Nunca hay tanta asociación libre como cuando existe una detención obligada, dice Miller. Esa detención es operada por la interpretación: detenerlos en una palabra, en una pregunta. destacar una frase, subrayarla… Una vez que como analistas, se preste atención eso, se puede empezar eso que en inglés se denomina «to conncect dote», es decir, conectar, unir esos puntos sueltos, tal como aparecen en eso juegos de revistas de verano. Esos puntos, una vez conectados, originan formas que a simple vista no estaban definidas. Y esas formas se armarán según los puntos donde nos detengamos.

De esta manera, a partir de lo simbólico, se hace florecer, surgir lo imaginario.

Sin embargo, el inconsciente real no se da a interpretar. Es por eso que en ese último o penúltimo texto lacaniano, se define al inconsciente real como el lugar del goce opaco al sentido, y al que podemos, por «ficción», hacer emprender una tarea de hacerlo charlatán, parlanchín. En este mismo texto es por eso que Lacan se refirió a la «hystorización» del análisis para calificar al «pase».

Al principio, el análisis es una «hystoria», en tanto relato, novela, con su continuidad y orden establecido desde el discurso del Otro.

Podemos en este punto volver a plantearnos la pregunta que nos ocupa respecto del «pase», que tiene que ver con la política del psicoanálisis: ¿cómo se orienta un psicoanálisis, con qué tipo de articulación entre ficción y goce?¿Ese goce le debe algo o no al deseo el Otro?

Lo que surge al final, en tanto indicación de lo que puede implicar un análisis que termina es cómo puede asociarse al testimonio de «historia»(con «ye») con el de satisfacción del fin de análisis.

A fin de cuentas, el inconsciente transferencial tiene un nombre lacaniano: la verdad mentirosa. Así,, se nos indica la manera que abre la puerta la final, y de lo que puede fracturar lo que llamamos la «falta de relación sexual».

FUENTE: MILLER, JACQUES-ALAIN. «SUTILEZAS ANALÍTICAS» ED. PAIDÓS.