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El deseo del analista y la contratransferencia

Publicado por Betina Ganim

Con el progreso en la enseñanza de Lacan sobre esa “x”, ese enigma que llamó “deseo del analista”, vemos que en el año ‘58 sólo estaba esbozado.

Podríamos decir que Lacan estaba preparando ya el terreno para su presentación, ya que es en el Seminario 10 (´62-’63) donde nuevamente retoma la cuestión del deseo del analista y la contratransferencia. En este Seminario ya no se trata de una crítica, sino de una posición diferente de Lacan, con relación a algunas versiones, trabajos y efectos del postfreudismo, que sirvieron a su enseñanza.

Si en la confrontación con los psicólogos del Yo, Lacan se basa muchas veces en la ironía, nunca deja de destacar los análisis exhaustivos que se hacían por el lado de la Escuela Inglesa.

Se dice que Lacan buscó el deseo del analista inicialmente en las mujeres, diciendo que sólo ellas escribieron “algo sensato” sobre la cuestión de la contratransferencia, es decir, sobre la aparición sintomática de la cuestión del deseo del analista.

Lo que en el ´58 plantea una diferencia de posiciones en cuanto al deseo del analista y la contratransferencia, es el sujeto. La noción de “Sujeto”. En un análisis, dice Lacan, hay un solo sujeto, el analizante; no puede haber otro sujeto ahí que no sea el analizante.

Las reacciones contratransferenciales, entonces, a partir del Seminario 10, pueden leerse como algo distinto a eso de la relación dual, imaginaria, en la que los postfreudianos se hundían; sino en la contratransferencia implica que el analista esté en un análisis con un paciente, mostrándose él mismo como sujeto.

El deseo del analista da cuenta de una posición en la que se renuncia al poder de la sugestión, del consejo, de la influencia benéfica. Dice que será más bien como un no-deseo que se presentará. Pero es una maniobra que apunta a que el otro decida su posición, apostando así al deseo del analizante; un deseo de no acción. Aislar así al deseo, no como un rasgo de subjetividad, sino como un objeto.

Sabemos y seguimos con Lacan, que no es lo mismo el deseo del analista que el deseo del médico, por ejemplo. No se trata ni de operar como filántropo, ni como consejero, ni como maestro, y podría seguir enumerando cuestiones que no tienen que ver con el deseo del analista. Y la x se mantiene y de nada sirve querer dar una respuesta.

Es decir que Lacan fragua la noción “deseo del analista”, no diciendo todo. Y de este modo establece una articulación lógica entre el deseo del analista y el notodo. Si hubiera una respuesta a eso, estaríamos más que tentados a identificarnos a ella, y si hay identificación a la respuesta, ya no se trataría de deseo del analista.

Muchas situaciones en la clínica me han confrontado con esta pegunta, ¿hasta dónde deseo del analista, hasta donde contratransferencia? Y lo que hasta ahora me he podido responder es que para hacer un poco más firme la división entre ambos conceptos, sólo podemos remitirnos a los efectos.

Además lo considero un tema interesante para poder tener una visión más despierta en relación a lo que se viene en psicoanálisis. Esta noción de contratransferencia tiene históricamente variaciones múltiples, pero todas sus concepciones apuntan al mismo objetivo: “la felicidad de los clientes”.

Una desviación (no ingenua) es el concepto actual norteamericano de intersubjetividad, un término completamente contaminado por la voluntad de interacción democrática.