Psicología

El nombre

Publicado por Betina Ganim

En el escrito lacaniano «La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud», tenemos ese axioma que dice que la significación solo se sostiene en referencia a otra.

Un fórmula en la que se resume de alguna manera el problema de la «significación» en lo que conocemos como la primera enseñanza de Jacques Lacan.

Como ya les he comentado en entradas anteriores, en esta primer enseñanza prima la noción d elo simbólico comor egistro privilegiado, y aquello que Lacan llamó la lógica del significante.

Esta lógica significante implica una noción de sujeto definido como lo que representa un significante para otro.

Hay una noción de deslizamiento significante, que debe detenerse por la puntuación; debe haber algo en esa cadena de significantes que se torna imparable, que detenga, fije en una significación. Eso permitirá que esa deriva significante, se detenga.

Este «parate», es ubicado por Lacan en diferentes cuestiones:

En principio, como punto de capitón, «punto de almohadillado» en el sistema simbólico mismo. Ese punto de almohadillado es ese significante que tiene efecto retroactivo en la cadena significante, y que produce un efecto de sentido, de significación.

Luego, tenemos la metáfora que hace dar cuenta de la equivocidad del significante con la cosa. Es por esto que Lacan considera que la significación corresponde con un efecto que va a contrapelo del sentido.

Lacan, con Freud, considera que los síntomas tienen un sentido; pero además también hay un sinsentido del síntoma, que genera un enigma.

En relación al nombre propio, como significante, Lacan es algo que tiene en cuenta desde los comienzos hasta finales de su enseñanza. Porque si bien el nombre podemos decir que es un significante que al sujeto le viene del Otro (el nombre que eligen los padres) no es un significante como los otros, está por fuera de la cadena.

En la última enseñanza de Lacan, se va del Nombre del Padre, del significante Nombre del Padre al «padre que nombra».

El Nombre del Padre como significante especial que hace de punto de almohadillado en la la cadena, habilitando una significación: la significación fálica.

El «padre que nombra» da cuenta de la introducción del nombre propio como lo que habilita el anudamiento, no ya significante-significado, sino de lo dimbólico (como agujero) lo imaginario (el sentido) y lo real (lo que ex-siste a lo simbólico, lo que queda fuera del sentido)

Podemos decir entonces que en esta etapa de Lacan que J-A Miller nombra como su «ultimísima enseñanza», el nombre ya no tiene que ver con las significaciones; ya no corresponde a ese registro.

nombre

Cuando se introducen los nudos en la enseñanza de Lacan, ya no hablamos de valores en la cadena significante, sino que de lo que se trata es el significante aislado, de ese sentido-gozado que marca el cuerpo; es decir, que desde entonces, un significante es signo de lo real.

Las significaciones son posibles en tanto existe acto de nominación. A partir de este acto existe también la constitución del fantasma que ordena la vida de un sujeto, y que le sea posible habitar el mundo a partir de la construcción de los semblantes.

FUENTE: SCILICET, Semblantes y sinthome. AMP, 2010