El Uno
En el Seminario 10 es donde Lacan se plantea cómo ubicar la angustia: en el polo opuesto de considerar a la angustia como afecto. La vía por la que Lacan tomará esta cuestión será cómo ubicar la angustia en una lógica. Este es un cambio de enfoque radical en Lacan, respecto de cualquier enfoque de la angustia dentro del psicoanálisis. Lo que angustia es algo opaco al sistema de significación, y tenemos su antecedente en la pregunta “¿Qué me quiere el Otro?”.
En el caso de Juanito (El pequeño Hans) primero parte del universal afirmativo: “Todos los seres vivos forman parte de los que tienen el atributo fálico”. Luego se decide a buscar la existencia de esa primacía universal. El drama está en encontrar la excepción a lo universal: «Existe uno que no tiene». Clínicamente se verifica por la castración.
Esta conclusión es donde Freud ubica la angustia, en relación a la castración: «hay uno que no lo tiene» (porque se lo han quitado, pero tenía) Esta conclusión sostiene el universal, por la idea de un mito: la función paterna lleva al sostenimiento de la premisa universal. La solución de Juanito es : “Yo no tengo pene”, entrando así en el menos fi (complejo de inferioridad neurótico)
Otra modalidad de conclusión la podemos pensar a partir de lo que Miller dice en su Curso «De la naturaleza de los semblantes»: estamos enfermos del Uno, y de hacer del Otro un Uno. Estamos enfermos del Uno del Universal. Y la Neurosis muestra esto todo el tiempo.
La Histeria es la estructura más cuestionadora del Universal, porque se va a ubicar como la excepción al Universal; cuestiona a lo Universal, pero así lo sostiene. La histérica es cualquier sujeto que se ubica como la excepción, dedicándose todo el tiempo a sostener la excepción. La histeria es una solución a eso de que hablamos, en tanto sostiene así el Universal.
El deseo (que tiene que ver con la excepción)es lo que escapa a toda demanda (Universal). El universal reabsorbe la excepción. Es el síntoma histérico lo que se sitúa como excepción. La sexuación de la histeria es masculina, en tanto está del lado del tener.
En el caso de la Oeurosis obsesiva -que es la otra posición neurótica- la obsesión siempre trata de sostener el Universo y de que no haya excepciones. El obsesivo pretende el “Todos iguales”. Se trata de un paso de la clínica a la política: que funcione el régimen del “para todos lo mismo”.
En la obsesión se trata también de sostener el Universal, pero el obsesivo -a diferencia de la histérica- no es inocente, porque sabe que si el Universal cae, lo que viene es la angustia.
Lo compulsivo para Lacan no es algo que define a alguien “limpito”; no implica una cuestión cultural. No se trata de un problema de más o menos higiene, sino que a través de la higiene sostenga un universal. Si no lo sostiene, cae en la angustia: en el NO-TODO.
Con el síntoma se va a defender de la caída del Universal. La compulsión obsesiva se sucede a la irrupción del goce fálico: el Otro está barrado. Eso lo angustia. Entonces arma un sistema fuera del sistema. Toda compulsión trata de anular la irrupción de un goce, armando un Universal. La relación de reducción del deseo a la demanda (que caracteriza la obsesivo) es otro mecanismo de defensa.
La angustia como un registro de que no hay todo. En un análisis se puede hacer un refinamiento de cómo es que cada uno trata de sostener el Universal.
La cuestión será llevar al sujeto hacia otra dirección: a la Castración no del sujeto sino del Otro. Una orientación hacia la angustia; a una Verdad que sólo puede captarse en la angustia. Esa verdad es que no hay Otro completo, que no hay Universal –que es sólo una ficción.
FUENTE: SUAREZ, NESTOR E. Seminario «Lacan contra todo», inédito