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La ética: Transferencia e Interpretación

Publicado por Betina Ganim

Lacan763

Si hablamos de rectificación subjetiva en un análisis, podemos volver a esta cuestión a la que me he referido varias veces cuando les he hablado de la dirección de un tratamiento en términos lógicos; a saber, que no se puede dar un paso «B» sin haber dado el paso «A», tan simple y tan lógico como eso…

Y esta lógica impide ponernos en el lugar del Amo en un análisis. Ya Lacan en un Escrito que he trabajado detalladamente en este mismo blog -«La dirección de la cura y los principios de su poder»- ahí mismo intenta demostrar cómo se puede caer en el poder cuando el analista se siente impotente en el momento de sostener su práctica. Cuando el analista no sabe qué hacer y entonces cae en el lugar de quien da el ejemplo a seguir, da consejos, dice al paciente lo que debería hacer, etc…

En el dispositivo analítico existen una serie de fenómenos parciales como fundamento de la transferencia. Y estos fenómenos parciales son los que a veces se toma como fundamento de la transferencia misma, produciendo así un desvío al discurso del Amo. El producto de esto se traduce en un rechazo del inconsciente, y apunta a una dirección de la cura basada en lo que Lacan llama ahí «reeducación emocional».

Es decir, si el analista desconoce lo que fundamenta su acción, esta estará limitada al mero ejercicio de un poder. Esto sin dudas atañe a la cuestión de la ética del psicoanálisis. Porque tiene que ver con la acción del analista y su responsabilidad en la dirección de la cura.

Además, es importante destacar que la ética en psicoanálisis no se reduce a un conjunto de normas o reglas a seguir. No se trata de una ética de la obligación, sino de una ética del deseo. El analista debe estar dispuesto a escuchar al analizante sin prejuicios, sin intentar imponerle sus propias ideas o valores. Debe estar dispuesto a cuestionar sus propias convicciones y a ponerse en juego en el proceso analítico.

En ese Escrito lacaniano donde encontramos una amplia crítica a los postfreudianos y su práctica, encontramos a Glover, a quien Lacan tomará como ejemplo para dar cuenta de lo que implica un analista desorientado en su práctica, si ignora los fundamentos de la misma.

Así, la interpretación no se ubica en ningún sitio. Es entonces que se plantea la necesidad de articular dos conceptos estrictamente psicoanalíticos: interpretación y transferencia. Sin transferencia, la interpretación cae en saco roto. Y si bien no hay transferencia sin interpretación, ésta tiene un lugar muy preciso en donde se articulan clínica y ética.

Lacan cita en este escrito a Glover para dar cuenta de la dimensión ética en juego en un análisis: la responsabilidad del analista, que se juega en la interpretación, en la repuesta que el analista brinda al discurso del analizante. El destino del psicoanálisis se jugará entonces en esta articulación: transferencia e interpretación. la interpretación abre al espacio analítico propiamente dicho.

La «actividad» del analista en el momento lógico previo a una entrada en análisis, que podemos llamar el tiempo de las entrevistas preliminares, reside en esa posición de oyente que se dirige a producir algo nuevo en el discurso del paciente. Lo que particularizará al analista no es más que su acto: destinado a producir el sujeto del inconsciente. La interpretación, en este sentido, queda homologada a lo que Lacan llamó el «deseo del analista».

En este sentido, la interpretación no es simplemente una cuestión de decodificación de los mensajes del inconsciente. No se trata de descifrar un enigma, sino de producir un efecto de sentido que permita al analizante hacer algo con su deseo. La interpretación debe ser capaz de provocar un movimiento, una transformación en el sujeto. Por eso, la interpretación no es un fin en sí misma, sino un medio para producir un cambio en la posición subjetiva del analizante.

FUENTE: «Las estrategias de la transferencia en psicoanálisis» Ed. Manantial.