La transferencia-obstáculo
¿Qué lugar para el analista en la lógica de la cura? La de intérprete se puede ubicar recién cuando se ha producido la entrada en análisis, cuando ya ha habido una rectificación subjetiva. Allí es donde el analista tendrá su lugar con la interpretación.
Pero en cuanto al lugar del fenómeno transferencial, si el analista está en el mismo lugar en el que ese saber, esas cadenas significantes que se van desplegando, podrían encontrar su límite como saber su posibilidad de cálculo, su tope… por eso hay esto que exige un análisis, que exige que esté el analista ahí, poniendo su cuerpo y su manera de soportar la transferencia. Y esto va más allá de las interpretaciones…De hecho, las brujas, las «pitonisas» producen ese efecto de interpretación en quien va a verlas, a consultarlas, porque justamente trabajan con el equívoco. Y eso abre una secuencia, porque el sujeto, dividido, como sujeto faltante, después tratará de verificar lo que había dicho la pitonisa en su equivocidad…
Pero eso es incalculable, se pierde por cualquier lado, después de 20 años el sujeto puede decir, «Ah, la bruja tenía razón…».
En la interpretación analítica nada de esto funciona de esa manera; no hay nada que verificar en cuanto verdad, no tiene ese alcance prometido de lograr mostrar al mundo que hay memorias con un goce del viviente inscriptas en lo inconsciente que nada tiene que ver con la genética ni con las neurociencias.
La interpretación analítica tendrá sus alcances, sus secuencias, pero no hay nada que podamos cerrar como conquista y verificación de un saber.
La responsabilidad del analista no tiene que ver con ir de oráculo por la calle, por eso el analista necesita un consultorio, y tiene que poner el cuerpo acompañando esa secuencia que se abre a partir de la división del sujeto. El analista pone el cuerpo en ese recorrido que él mismo ha provocado. En ese punto está toda esa «trampa», pero también esa «x» que podría permitir el paso a otro momento lógico del tratamiento, que por debajo del fenómeno transferencial y del fenómeno del amor está exactamente en juego esa brizna de goce que va a hacer imposible de decir.
Esto hace de este famoso tema de la «transferencia como obstáculo», el punto en que se juega de modo decisivo el paso a un momento lógico diferente en un análisis.
Desde allí, el acto analítico en tanto interpretación en otro sentido (no la interpretación que abre la secuencia) empieza a ser discutida, porque el trabajo analítico empieza a encontrar sus límites…pero ¿qué hacer con ese amor, con ese odio? Queda entonces ese resto, por lo que lógicamente empieza el análisis del fantasma, que se hace justamente por la ubicación del analista en la transferencia. Es en el fenómeno de la transferencia donde se esconde el secreto de lo que podría conducir a esta «segunda ronda» del análisis.
Lógicamente tiene que haber algo que empiece a funcionar de cierre de lo incalculable, de lo interminable. Y no se trata de un significante, tampoco de sellar un pacto de amistad, ni se trata de identificarse al analista.
FUENTE: INDART,J.C. «La lógica de la cura», 1993