Psicología
Inicio Psicoanálisis La falta en ser

La falta en ser

Publicado por Betina Ganim

la falta en ser

Los que practicamos el psicoanálisis estamos advertidos de que la representación por la palabra del sujeto, echa por tierra el hecho de aspirar alcanzar la sustancia última del ser.

Siempre se puede hacer representar por otra palabra, pero nunca alcanzará su representación definitiva, su representación última.

Lo que da cuenta de esto y de la experiencia de falta en ser, es lo que escribimos: $, sujeto barrado, sujeto tachado, dividido.

Es que cuando hablamos inevitablemente llegamos a eso, a que tarde o temprano nos topamos con la falta; ningún sujeto hablante pude escapara a esta experiencia.

El sujeto neurótico intentará entonces justificar -una y otra vez- su existencia, su ser Al menos intentará hacerlo, al menos intentará ser eso, un apasionado por justificar su existencia. Es algo de lo que tenemos noticia aquellos que trabajamos con sujetos, con la palabra y el lenguaje, con seres sufrientes que vienen a justificar de alguna manera su «ser».

¿Cómo opera el analista ante semejante ambición? Bueno, Lacan nos da una pista: el analista operará en relación con el ser. Pero qué nos quiere decir Lacan con esto? ¿Que el analista cura con su ser? ¿Que el analista ofrecerá su ser para que el suejeto se cure? ¿De qué se trata el ser del analista?

La respuesta que nos da Lacan tiene que ver con una respuesta ética, un horizonte que está en un total contrapunto con la ética del Bien y la Felicidad. La noción que nos da Lacana para abordar esta pregunta de la operación del analista con el ser es siempre la misma, y es un enigma, una x: «el deseo del analista».

Es que siempre nos queda la falta…¿qué es el deseo del analista? ¿Desear ser analista? ¿Desear analizar? ¿Querer a los pacientes? ¿Querer curar la pasión neurótica?

Bien, para empezar a responder algo de esto, Lacan nos devuelve al deseo freudiano como referencia. Partiremos entonces, para poder respondernos algo de esto que es «el deseo del analista», del concepto freudiano de «deseo inconsciente» como indestructible. El extremos desarrollo que hace Freud de este concepto tiene como efecto no solo la noción de «infinitud» sino algo que aún es más importante en lo que refiere a nuestra pregunta: que no hay un punto preciso donde el deseo pueda detenerse. No hay un objeto fijo para ese deseo. No hay ninguna fantasía o punto identificatorio que permita al deseo fijarse. No hay nada que pueda destruir ese deseo. Esto es lo que nos importa en este contexto. La indestructibilidad del deseo inconsciente.

Debemos adjuntar a este primer paso, que el deseo inconsciente tal como lo definimos, nos lleva más allá de cualquier Bien, por más Bien Supremo que sea…

Les he hablado varias veces de la ética del psicoanálisis en este blog. Definimos la ética del psicoanálisis en relación al deseo, que va más allá del Bien, y delinea de forma clara una política de la cura hacia donde el analista debe orientar su acción específica: la acción analítica.

Es por eso que el operador político de esta función del analista es justamente el deseo del analista, que consiste en mantener viva la dimensión del deseo inconsciente freudiano: no proponer ningún objeto como fin al cual llegar, ningún fantasma ni ningún significante al que identificarse imaginariamente. Trata más bien de los puntos suspensivos que abre el deseo.

El deseo el analista es una función que tiende a separar, desidentificar y atravesar, vía la interpretación y la transferencia.

FUENTE: LACAN, J. La dirección de la cura y los principios de su poder