Psicología
Inicio Psicoanálisis La vergüenza

La vergüenza

Publicado por Betina Ganim

Hoy tomaré un texto de Eric Laurent, en el que me apoyaré para decir algo sobre la vergüenza.

En lo que conocemos como la enseñanza clásica lacaniana,hay una insistencia sobre lo «trágico» que implica la experiencia analítica. En tanto se trata de una experiencia que conlleva lo imposible.

la verguenza

Alrededor de esta experiencia trágica gira toda la cuestión del Otro barrado.

La diferencia entre el psicoanálisis y la psicoterapia es que el psicoanálisis no olvida este elemento trágico primario. Es una cuestión política.

No se trata, dice Laurent en este texto, de que como analistas nos dirijamos a un inconsciente colectivo -reduciendo el psicoanálisis a una psicosociología.

J-A Miller retoma esa distinción clásica (casi un cliché universitario) entre sujeto e individuo: el sujeto es el efecto que produce en el individuo (desordenando sus funciones), la relación con el Otro, con el gran Otro. Lo colectivo está formado por un conjunto de sujetos. Y teniendo esto de fondo, se hace una práctica de interpretación: la interpretación masificadora que lleva a la alienación; o la interpretación que lleva al sujeto a sumirse en soledad con su ideal…

Aquí Laurent recuerda la interpretación que hace Lacan en 1970 (al final del Seminario 17, El reverso del psicoanálisis) a un grupo de estudiantes,diciendo que llegó a avergonzarlos.

Eric Laurent se pregunta si está en la función del analista el avergonzar, como si ya no fuera poca esa vergüenza que entraña la demanda a un analista…

Bueno, retomando la cuestión política, la acción de avergonzar en tanto maniobra política, implicaría no desculpabilizar. Sí desangustiar, claro, pero no desculpablizar, ya que el sujeto, si dice que es culpable, hay que creerle.

Al contrario de las psicoterpias, que tratan de aliviar al paciente desculpablizándolo, el analista con su acción sostiene lo que dice el sujeto, porque tiene razón.

Esta es una brújula que nos orienta en nuestra práctica.

Lacan, con esta acción, se anticipa a lo «moral». Esa vergüenza no busca perdón. El discurso del amo no tiende a avergonzar, sino a darle un tratamiento a esa culpa a través del perdón. Un amo absoluto que es capaz de perdonar…

Lacan no cree en ese absolutismo del discurso Amo; más bien él dice que la cuestión está en el Otro barrado, dividido..

Así como tampoco Lacan cree en un saber todo, sino en lo incompleto.

El avergonzar de Lacan apuntaba a esa comunidad de goce que bajo el nombre de libertad, se había formado en los 70, como efecto del Mayo del 68.

Lacan decía que eso reforzaba aún más el régimen del Amo.

En oposición a esto, en el discurso analista no se trata de fijar, sino más bien de desatar al sujeto de sus significantes Amo, haciéndole ver en ese mismo movimiento, el goce que el sujeto mismo extrae del significante; su goce implicado ahí.

Ahí donde el Amo muestra lo obsceno, el analista pone un velo a la vez que evoca a ese demonio, bajo la forma de vergüenza.</strong

En lugar de la promesa y el perdón, el análisis propone la interpretación.

FUENTE: LAURENT, E. CIUDADES ANALÍTICAS