Psicología

Lo moral

Publicado por Betina Ganim

Los que siguen mis artículos en este blog se habrán dado cuenta de que siempre insisto -en relación a cualquiera de los temas de los que escribo relacionados con el psicoanálisis de orientación lacaniana- en la cuestión ética.

Lacan desarrolla la ética del psicoanálisis en uno de sus seminarios, editado en el Libro 7 particularmente (aunque es algo que atraviesa toda su enseñanza y guía toda nuestra práctica clínica) «La Ética del Psicoanálisis», en los años 1959-1960.

Hoy tomaré la clase XXIII, Las metas morales del psicoanálisis, en la que Lacan propone detenerse en eso que parece estar velado en lo que consideramos como las «metas morales del análisis».

Lacan comienza haciendo unas preguntas éticas, en relación a la práctica, que se reducen a si es posible que como analistas tengamos que llevar a nuestros pacientes a una «normalización» en el sentido moral digamos, a una «moralización racionalizante», como dice el mismo Lacan. Si debemos ajustarlo a la «medida justa» con lo real.

Se pregunta Lacan si nuestra acción se detiene en ideales de equilibrio y armonía psicológica; si somos nosotros los que debemos darle esperanza al paciente de que es posible la felicidad, de que es posible acceder a ser feliz sin cargar sombras…

En todo caso, sería preguntarnos entonces si Freud estaba equivocado cunado decía que lo moral en el hombre no es

nada racional; todo lo contrario, cuanto más sacrificio hace para satisfacer su conciencia moral, más exigente se vuelve esta instancia.

Ese es el interesantísimo planteo que nos deja Freud en su escrito «El malestar en la cultura», que data del año 1929.

¡Entonces Lacan pregunta si tenemos que olvidar eso en nuestra práctica clínica!

Porque es algo que evidentemente sucede no solo en las promesas que se le hacen a los pacientes, sino en aquellos que supuestamente termianaron su análisis sosteniendo o expresando esa «posición de confort» individual respecto del «servicio de los bienes»…

Siguiendo con aquellos que nos consultan, digamos que vienen a pedir -y aquí Lacan caricaturiza un poco la cuestión- prácticamente que les demos esa felicidad a la que aspiran, que le prometamos que saldrán bien y felices del tratamiento, aseguremos que tendrán al hombre o a la mujer de su vida, que les que hagamos un milagro…

Y lo dice claramente Lacan en esta clase: es una especie de «estafa» prometer a los pacientes, garantizarles que un psicoanálisis hallarán su bien propio -su fantasía burguesa.

No tenemos por qué avalar semejante fantasía, ¿con qué razón?

Lacan recurre al plano político de la época, que implica mover todo un aparato en pos del «Bien para todos»; de que todo está gestionado en pos del bien para todos.

Esas exigencias que este movimiento conlleva se manifiestan en todo tipo de actitudes e ideales puritanos en relación al deseo; amputaciones y sacrificios varios si queremos el Bien.

Sin embargo, como es aún más evidente, este plano no resuelve la relación problemática que actualmente tiene el ser humano con su deseo. Renunciar a él no parece ser la solución.

FUENTE: Lacan. Seminario 7, La Ética del Psicoanálisis