Silogismos emocionales
Continuaré, como les anuncie, comentando este texto de Franz Alexander que Lacan retoma en el Seminario 1.
Así como venía comentándoles su acepción de los síntomas neuróticos, Alexander continúa, en la misma línea, dando el complejo del Edipo, que consiste en un número de «silogismos emocionales»:
Como el niño siente que el padre interfiere en sus actitudes posesivas hacia la madre, desarrolla sentimientos agresivos hacia su padre.
Otro hecho del mismo complejo revela conexiones emocionales diferentes: como el niño siente que es pequeño y su padre es grande, envidia la fuerza del padre.
De esta manera, la lógica de las emociones ejemplificada por el Complejo de Edipo consiste en que el amor posesivo no tolera competidores, y que la envidia es una reacción a la debilidad.
Aunque tales conexiones emocionales pueden considerarse propias de la naturaleza humana, universales en este sentido, Alexander plantea que el psicoanálisis también ha descripto relaciones emocionales que no son tan evidentes a nuestra crítica consciente, y cuya elucidación requiere de cierta reflexión.
Así, de la experiencia cotidiana propia, nos da el ejemplo de los sentimientos de culpa (guilty feelings); pero no logramos explicarnos esa reacción de culpa, porque no es del todo una reacción consciente.
Sin embargo, luego de alguna reflexión, dice Alexander, cada uno puede entender desde su propia experiencia que el “sentimiento de culpa” (sense of guilty ) surge cuando la hostilidad está dirigida hacia una persona por quien al mismo tiempo se siente amor y gratitud.
También Alexander señala otro de los procesos inconsciente: los sueños, pronto se vuelve obvio que la lógica de las emociones de los procesos inconscientes, aunque similar a la de los procesos conscientes, no es del todo idéntica. Así lo demostró Freud en su “Interpretación de los sueños”: que el pensamiento inconsciente no sigue las reglas del pensamiento consciente. Que las estrictas reglas de la lógica no son válidas para el pensamiento inconsciente.
Parece ser que las conexiones emocionales fundamentales que Alexander llama “lógica de las emociones” valen tanto para lo consciente como para el inconsciente.
Así, sitúa que: temor y culpa como reacción al odio y al ataque; la envidia como una reacción al sentimiento de inferioridad; y los celos como reacción al amor posesivo, todas son conexiones que gobiernan tanto los procesos conscientes como inconscientes.
Aunque la lógica de las emociones aparece más francamente en el inconsciente, ya que escapa a la función crítica de la conciencia.
Un aspecto notable y común a estos silogismos emocionales es cierta polaridad en su dinámica. De esta manera, la expresión de una tendencia puede provocar y fortalecer su polo opuesto: por ejemplo, el sufrimiento aumenta la tendencia hacia la gratificación y viceversa, la indulgencia en una gratificación placentera aumenta la culpa, la que aumenta a una reacción inhibitoria contra la gratificación. La competición agresiva extrema masculina puede fortalecer la tendencia polar opuesta de pasividad femenina; la dependencia estimula la tendencia opuesta hacia la independencia, etc.
Esta polaridad de la vida mental que puede ser comparada con la ley de acción y reacción in física es, de todas maneras, solo el principio dinámico expresado en esos silogismos emocionales.
FUENTE: ALEXANDER, F. «La lógica de las emociones y su fondo dinámico»