Transferencia y Poder
Podemos pensar la relación entre transferencia y sugestión ya a partir de Freud con la hipnosis; cuestión que luego explícitamente Freud mismo dice que no sirve, y aconseja no practicarlo, ya que, retomando a un Lacan muy posterior, se estaría ejerciendo el poder con el paciente. Se estaría dirigiendo la vida del paciente, y no la cura en sí, el tratamiento. Esto lo podemos leer en el escrito lacaniano que he comentado bastante en este blog: La dirección de la cura y los principios de su poder.
Pero bien, los postfreudianos, centro de las críticas de Lacan por aquel entonces (en 1958) lo que hacen es una reducción de la transferencia simbólica a lo imaginario.
Para Lacan, en ese momento de su enseñanza y en este citado escrito deja bien claro que uno de lo principios de la cura es la Transferencia, como fundamento y como inicio de un análisis propiamente dicho; en tanto apertura de la dimensión del sujeto del inconsciente.
En este sentido, y definiendo la cura con una lógica, la transferencia abarca toda la cura, desde el principio (entrevistas preliminares al análisis) hasta el final (fin de análisis)
En este escrito lacaniano del ’58 no hay una definición de la transferencia. Lo que tenemos como referencia es la «falta en ser»: no hay un significante que represente al sujeto, por lo que entonces estará en su incansable y permanente búsqueda.
La interpretación analítica apuntará siempre a la castración del Otro. El Otro de la Transfeencia interviene haciendo que el mensaje le vuelva al sujeto de forma invertida.
En este momento de la enseñanza de Lacan, la transferencia en el lugar del analista en tanto Otro(A)se vincula con la transferencia en relación al poder. Un poder, que as sabiendas de que somos depositarios de él, no tendremos que operar desde ahí, ya que es lo que sería justamente ejercer el poder con un paciente, ya sea e términos de prometer un objeto de la felicidad, al fin; ya sea poniéndose en el analista ene l lugar del Yo ideal al que habría que acceder; ya sea en la reeducación del paciente para adaptarlo a lo que la sociedad exige en cada momento.
Entonces, respecto de la acción analítica podemos situar la diferencia entre praxis y poder:
Del lado de la «praxis» tenemos la noción de A barrado, la barradura del Otro, su incompletud; la transferencia, la tríada necesidad-demanda-deseo, el concepto de «no-todo» (la «no relación sexual»), el objeto freudiano, el objeto perdido, la noción sujeto barrado,$ y su relación al Otro, y la castración.
Del lado del «poder» situamos al Otro completo, sin barrar, el uso de la contratransferencia como fundamento del análisis, la tríada agresión-regresión-frustración, la idea de que Hay relación sexual posible, en tanto se piensa un objeto total como fin, completo, maduro, el «objeto genital». La noción de «yo» como destino d elas intervenciones, la relación imaginaria, dual, a-a’, y la noción de identificación para un posible final de análisis.
He aquí las difeencias en las que Lacan basa su crítica en este escrito, que por supuesto tiene su contexto político determinante.
FUENTE: Seminario «Lógica de la cura», Cita, 2003.