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Verdad y ficción en psicoanálisis

Publicado por Betina Ganim

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Hemos hablado de esas tres modalidades de análisis que despeja Jacques Alain Miller en su Curso «Sutilezas analíticas», y hemos empezado a enumerar algunos puntos importantes que se tienen que tener en cuenta a la hora de hablar de un análisis que comienza y de un análisis que dura.

Dice Miller que se trata de luchar con el análisis que dura, aguantar, pero hay que saber cómo, porque ese análisis que no es el de las revelaciones sino el de la repetición y el desenvestimiento es el que nos lleva a los reproches con que a veces nos encontramos, de parte de nuestros propios pacientes, «sí, pero ¿cómo se hace? Yo sé esto y lo otro, pero ahora qué?¿cómo sigo? Usted no me saca de este lugar…»

La mano que le da Lacan a Miller en estas reflexiones tiene que ver con una frase que se le convierte en indicación: «la verdad tiene estructura de ficción».

De esta frase de Lacan se han extraído varias consecuencias, como por ejemplo, que la verdad es la sustancia de la experiencia analítica, que es lo que la experiencia analítica misma engendra. Si esto se sostiene es porque existen muchas revelaciones, muchas iluminaciones, muchos instantes de ver (eso que la escuela inglesa llama «insights»).

El análisis produce eso, sí. No hay dudas; pero el tema es que las verdades psicoanalíticas no son «para siempre»… Las verdades engendradas en la experiencia analítica son mortales, no están al nivel del matema (de la certeza absoluta) sino del «pathema», de lo que se siente. Son verdades no eternas, sino más bien patéticas y patológicas (si atendemos a que todos estos calificativos derivan de la misma raíz etimológica)

Las verdades engendradas por el psicoanálisis son verdades que varían, muchas veces esto tiene que ver con el querer cambiar de psicoanalista, cuando ya uno se va cansando de las verdades obtenidas. Entonces, va a otro analista pensando que su verdad puede variar…

La verdad tiene estructura de ficción: ¿qué quiere decir ficción aquí? Pues que se trata de una fabricación, que no tiene que ver con la naturaleza, sino con el hacer, con el orden de la producción, que lleva la marca del semblante, pero que no está para nada desvalorizada. Todo lo contrario. Dice Miller que la ficción es un hacer que descansa en un decir.

Lo ficticio es opuesto a lo real, y siguiendo a Miller y su orientación a lo real, podemos decir que es importantísimo extraer las consecuencias de esta estructura de ficción que tiene la verdad.

Lacan siempre marcó una dirección opuesta a todas esas prácticas psicoanalíticas orientadas y dirigidas a lo imaginario, y propuso la orientación vía lo simbólico, la estructura significante, que tiene que ver con su axioma de que el inconsciente está estructurado como un lenguaje -axioma inaugural de su enseñanza. Es decir, que el significante se diferencia del significado, teniendo aquel una primacía sobre éste, y lo que determina el significado será en todo caso las combinaciones (metonimia) y sustituciones(metáfora) significantes.

Todo cambia, hay un corte al nivel del Seminario 20, «Aún». Pero seguiremos con ésto el próximo post.

FUENTE: MILLER, JACQUES -ALAIN. «SUTILEZAS ANALÍTICAS». ED. PAIDÓS