Yayoi Kusama: el arte que salva.
Yayoi Kusama es una reconocida artista plástica oriunda de Japón. Nacida en 1929 en la ciudad de Matsumoto, comienza a experimentar síntomas psicológicos desde pequeña.
Ha sufrido abusos y violencia por parte de su madre y ha experimentado, según su relato, alucinaciones e impulsos suicidas desde edad temprana.
Su primera obra fue un dibujo de su madre cubierto de manchas, o lunares. A partir de allí este ha sido un patrón repetitivo en sus obras.
Está diagnosticada con Neurosis Obsesiva y al día de la fecha por voluntad propia permanece internada.
El dibujo de la madre manchada es un gran símbolo de su Neurosis, así como también, de su obra. La madre violenta: manchada.
Según la perspectiva freudiana, la aseveración posible de esta figura es ubicada en términos anales. Lo sucio vs. Lo limpio. Lo malo vs. Lo bueno.
Ella logra, mediante las manchas, plasmar aquello que internamente no puede simbolizar, que es el odio ante la violencia de la madre.
Una violencia secundaria, al modo de la conceptualización de Piera Aulagnier, que implica, en este caso, de parte de la madre hacia la hija, una manifestación de la pulsión de muerte. Su función desobjetalizante, que tiene como finalidad atacar al Yo, destruyendo toda función de autonomía, propiciando que el sujeto quede anulado, sin identidad y singularidad.
Esa anulación del sujeto por parte del Otro, se manifiesta en muchas de sus obras y en muchas referencias hacia ella misma, siendo una de las últimas:
Ese concepto de la Nada, al que se refiere frecuentemente, habla de la autodestrucción, del vacío, de la muerte, de la anulación por parte de ese otro materno violento.
Podemos mencionar la cuestión de las alucinaciones en la Neurosis. Desde el relato convencional, muchas veces se interpreta este síntoma como exclusivo de las psicosis. Esto no es así, y en Neurosis graves, las alucinaciones se pueden hacer presentes.
En el caso de Yayoi, ella lo describe de la siguiente forma:
Algo de su padecimiento llega a un punto límite frente a esa alucinación. La amenaza de dejar de existir se hace presente, la locura, la pérdida absoluta de la estabilidad y la destrucción.
Hay algo presente en esa creación imaginaria de superficies, de patrones, que se vuelve un intento por recuperar el armado subjetivo, por aferrarse a la vida. Desplegar el llenado de estas superficies como un modo auto reparador.
Por otro lado, hace referencia constantemente a la cuestión de Infinitud. Esta se presenta como una constante: la continuidad de los patrones, los puntos y las protuberancias en la escultura, hablan de vencer a la muerte, una de las preocupaciones obsesivas por excelencia. Algunos de los nombres en sus obras son “Redes infinitas”, “Espejo/Infinito”, “Gran Orgía para Despertar a los Muertos».
Mediante su obra, lograr la trascendencia, despertar a los muertos, y establecer una metonimia en la que pareciera no haber un fin.
Ella misma lo describe de la siguiente forma:
Según su propio relato, la repetición le ayuda a mitigar la angustia, pero esta, como siempre, vuelve, requiriéndole más esfuerzo para minimizarla, resultando una exigencia constante que no cesa.
Según sus propias palabras, por medio del arte, ella logró enlazar, contrarrestar esa desmezcla pulsional, y la pulsión de muerte que, desde niña, la impulsaba a desear quitarse la vida.
El arte, la sublimación de las pulsiones, permite este tipo de estabilización, en casos donde funciona como enlace o anudamiento.
En este caso particular, se evidencia más que nunca, que el arte salva, ya que literalmente su desarrollo ha logrado frenar ese impulso suicida desde que era una niña hasta la actualidad, donde cuenta con 89 años.