La Graduación
El momento de la graduación está cargado de expectativas y temor a lo desconocido, o sea, al mundo del trabajo.
Mientras están cursando a pleno la carrera, y deseando terminarla, los estudiantes viven una rutina que han aprendido a manejar bien y se sienten cómodos ocupando su status social sin demasiadas responsabilidades fuera de sus estudios.
Para los que estudian una carrera universitaria y también trabajan, el paso al mundo laboral es más fácil, pero algunos nunca han trabajado y se pueden sentir atemorizados por tener que enfrentar una obligación para la que creen aún no estar preparados.
Cuando se termina un ciclo terciario, la mayoría de los estudiantes piensan que apenas saben muy poco y sienten que no tienen los conocimientos necesarios para comenzar a trabajar.
La realidad es que recién cuando un estudiante se recibe comienza a estudiar con conciencia y en serio, a partir del primer trabajo que tenga.
En realidad, nadie, ni siquiera el mejor alumno, se puede acordar exactamente de todo lo que aprendió, pero sí debería saber dónde tiene que consultar para encontrar el material que necesita para desarrollar perfectamente su trabajo.
Un dentista que tiene su primer paciente, aunque haya realizado prácticas hospitalarias, tiene la enorme responsabilidad de solucionar el problema de una persona, sin la ayuda o control de sus profesores o colegas.
Aunque sepa mucho y haya sido uno de los mejores alumnos, tiene que saber que cada paciente o caso es único, porque no se trata de arreglar una carie o sacar una muela, sino de una persona que tiene una carie o que necesita que le saquen una muela; alguien que será diferente a todos los demás, aunque tenga veinte pacientes con el mismo problema.
En el caso de un abogado recién recibido será igual, su primer caso tendrá que estudiarlo, como hacen también todos los demás abogados, incluso con mucha experiencia.
Algunos psicólogos recién recibidos pueden no saber qué hacer con su primer paciente y algunos no llegarán nunca a ejercer la profesión porque entran en pánico y tienen a su vez que ir a un psicólogo para recuperarse.
Un buen psicólogo tiene ante todo que saber escuchar y cuanto menos hable mejor; de manera que su primera entrevista será bastante fácil si es que puede mantener la boca cerrada.
Ningún psicólogo puede hacerle mal a un paciente, porque lo que la gente necesita es hablar de sus problemas y tener a alguien no involucrado que lo escuche.
Me ha pasado frecuentemente que una persona viene a la consulta para decidirse a hacer algo que no puede decidir por si sola.
Como psicóloga no le puedo decir lo que tiene que hacer, pero sí puedo alentar al paciente a decidirse a hacer lo que desea pero que no se atreve.
De esa manera aprenderá a tomar una decisión y a tener más confianza en si misma como para arriesgarse.
Es cuestión se señalarle las ventajas y las desventajas de su decisión para que pueda darse cuenta qué es lo que realmente le conviene y lo hará más feliz.
Cada profesión es un arte y cada profesional se debe convertir en un artista con un estilo propio, respetando los conocimientos de su carrera pero sin miedo de utilizar su sentido común y su creatividad.
Si todos fuéramos a cumplir estrictamente con todo lo que dicen los libros nos veríamos en una verdadera encrucijada, porque en toda ciencia no hay un solo punto de vista sino muchos.
Todo profesional deberá adquirir su identidad profesional, o sea que deberá tomar la postura científica con la que se identifica y ejercer su profesión en forma personalizada.
No debería tomar demasiada distancia de su paciente o cliente, sólo la suficiente como para poder ser objetivo y no involucrarse emocionalmente, pero sin perder de vista al ser humano que está detrás de cada caso.