¿Cómo comunicar en la pareja?
Los problemas de pareja tienen, por lo general, gran relación con aspectos en al comunicación. Una pareja implica la unión de dos personas que traen un bagaje y un mundo interno distinto. Cada uno va formando ya desde la niñez distintas maneras de interpretar el mundo, en función de la crianza y de los modelos parentales. Muchos de estos aspectos forman parte del inconsciente personal.
Además, traemos información inconsciente, tanto transgeneracional como colectiva. Información que se activa según las situaciones y que nos lleva a proyectar en la pareja ciertas cuestiones ocultas o rechazadas en uno mismo. Con esto de por medio entendemos que la comunicación no es sencilla, porque intervienen factores que no manejamos y que muchas veces comandan la situación: explosiones de ira, competencia, dificultad para entendernos, entre muchas otras.
Entendiendo, entonces, que el mundo interno de cada integrante de la pareja es fundamental para comprender su participación en el asunto, podemos deducir también que cuanto mayor contacto y trabajo haya en relación con sí mismo, con sus aspectos inconscientes sobre todo, mayor será la posibilidad de que la comunicación esté liberada de estos automatismos. No significa que dejarán de manifestarse sino que la persona tiene mayor reconocimiento de lo que le pasa y, por ende, mayor posibilidad de elección.
Pongamos el ejemplo de una persona que no sabe que en su pareja está repitiendo el modo en que actuaba su padre con su madre. Esto le sale automático cada vez que ocurre algo que lo disgusta. No tiene reconocimiento del por qué de esta situación, que está totalmente naturalizada. Por más que su pareja intente comunicar lo que ahí está ocurriendo no se podrá desarmar esto si no hay un trabajo de adecuada concientización. Y, como dijimos anteriormente, hay factores que seguirán presentes, pero al menos la persona podrá registrarlo y, tal vez, elegir distinto la próxima vez.
La comunicación en la pareja, más allá de la importancia del trabajo sobre la propia historia de cada uno de los miembros, debe hacerse con respeto por la subjetividad de la otra persona. No hay respuestas absolutas, y el foco tiene que estar puesto en lo que a cada uno le hace sentir determinado acontecimiento. Si el enfoque se ubica en el dualismo verdad-mentira, será difícil encontrar salida, porque cada uno lee la realidad a partir de un prisma diferente.
Favorecer una buena comunicación implica poder conectarse con las emociones, aceptar la propia vulnerabilidad y hablar en función de la propia experiencia, saliéndose de juicios y acusaciones que sólo refuerzan la parte defensiva en el otro.
No se puede cambiar a la otra persona, cambiará, en el mejor de los casos, lo que esté dispuesto e interesado/a en cambiar. La comunicación no debe apuntar a convencer a nadie, sino a transmitir cómo nos sentimos. Asumir que sabemos lo que el otro piensa, o pretender que entienda lo que queremos sin decirlo son cuestiones que complican el asunto aún más.
Si queremos o necesitamos algo tenemos que poder pedirlo, transmitirlo, antes incluso de que se transforme en un problema.
La comunicación requiere de una actitud de compromiso conjunto, la huida y la evitación no resuelven el problema, lo postergan. Se necesita de empatía, entendimiento por lo que el otro siente y de respeto por los tiempos y espacios de cada uno. Es un trabajo artesanal que debe ir desarrollando cada pareja a lo largo de su recorrido.