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El secreto de la amistad

Publicado por María Gómez

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Amigos son tesoros. Y es que no hay nada más reconfortante tener un amigo cerca en los momentos difíciles de la vida y nada más terapéutico que tomar un café en compañía de personas con las que te une un invisible hilo de amistad sincera y verdadera.

En la infancia, ya es muy fácil hacer amigos. Todo surge de un modo natural y espontáneo. Además, el contacto diario en el colegio o en el instituto favorece que la amistad sea alimentada continuamente. Sin embargo, a medida que vamos creciendo y que vamos tomando caminos separados, o se pone empeño en mantener la amistad, o es muy frecuente que poco a poco se vaya diluyendo hasta desaparecer.

La amistad mantenida en el tiempo se basa en la perpetuidad de dos parámetros: la semejanza y la proximidad. Entre los amigos siempre hay algo que les mantiene unidos, algo que tienen en común. Puede ser el mismo tipo de sentido del humor, los mismos gustos deportivos, musicales, literarios, el mismo estilo de vida, los mismos valores y principios morales,etc. Además, están cerca, se mantienen cerca hacen por verse, por tener contacto. Estar físicamente cerca produce un efecto solidificador en la amistad entre las personas. A más tiempo compartido, mayor confianza, mayor conocimiento mutuo. El mero hecho de ver a alguien a diario aumenta las posibilidades de ser afín a esa persona.

Una de las tácticas más efectivas a la hora de hacer amigos nuevos es mostrar las vulnerabilidades sin complejo, sin filtros. Nuestras debilidades forman parte de nosotros y, al contrario de lo que se suele pensar, suelen generar en la otra persona sentimientos de compasión, de empatía, de querer ayudar. Por tanto, lo más probable es que se genere un vínculo. Es más, compartir las debilidades favorece que los otros también lo hagan e iniciar una amistad de este modo puede asegurar una base muy sólida en esa relación. En caso de que la otra persona no reaccione a tu apertura emocional, posiblemente tu relación con esa persona no irá muy lejos.

Cuando dos personas a priori muy diferentes se encuentran y mantienen una buena conversación, un buen día algo seguramente les lleve a encontrar esos puntos que tienen en común. Cuantos más compartan más posibilidades hay de que esa relación continúe. No tiene que ser algo necesariamente evidente muchas veces sólo son emociones sutiles que se comparten y genera la chispa de la amistad. Eso sí, procura no acaparar la conversación haciendo un monólogo con tu historia de vida. Es importante interesarse por los demás, preguntar y practicar la escucha activa de las cosas que dice la otra persona.

Procura disfrutar de la compañía de los amigos en contextos diferentes haciendo viajes juntos, viviendo aventuras. De esta manera, siempre los asociarás con experiencias positivas y vuestra relación se verá continuamente reforzada.

No olvides interesarte por su estado psicológico y emocional.  Cuando un amigo de verdad te pregunta cómo está mirándote a los ojos es imposible fingir que estás bien si no lo estás y viceversa.