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La Psicología y el Infarto

Publicado por Malena

La Psicología y el Infarto

Si deseas evitar un suicidio lento elimina el stress en todo momento.

Los científicos saben que el estado emocional de un individuo está asociado a las enfermedades coronarias, de manera que tener conciencia de los desequilibrios psicológicos y encararlos por medio de una psicoterapia, podría llegar a salvar muchas vidas.

No todos los cardiólogos aceptan que una persona no es solamente un cuerpo y que los problemas afectivos pueden provocar trastornos funcionales que con el tiempo se pueden transformar en orgánicos.

Sin embargo se ha llegado a comprobar que la personalidad, el stress y las emociones participan activamente para el desarrollo de una enfermedad coronaria, y sensaciones de frustración, ira, sufrimiento y pérdidas afectivas pueden producir un infarto.

En el Departamento de Psicocardiología del Instituto de Investigaciones Médicas Dr. Alfredo Lanari (de la Universidad de Buenos Aires) trabaja un equipo especializado para el tratamiento emocional de los pacientes con patologías coronarias, abordando los factores psicológicos que favorecen la aparición y el desarrollo de la enfermedad cardiovascular.

Recientes estudios confirman que los pacientes con cuadros depresivos graves tienen un mayor estado inflamatorio y riesgo de trombosis que los pacientes que no sufren depresión, asegurando que un tratamiento antidepresivo mejora la calidad de vida de los pacientes, pues reduce estos riesgos y aumenta la aceptación del paciente al tratamiento y su deseo de recuperación, reduciéndose hasta en un tercio el riesgo de padecer episodios cardíacos.

El grupo más expuesto está formado principalmente por personas que padecen depresión ansiosa. Es la depresión del iracundo, no del triste, caracterizada por manifestaciones explosivas, impaciencia, irritabilidad y altos niveles de stress.

El mayor problema derivado de la depresión con pacientes que ya han sufrido algún episodio cardíaco, es el bajo cumplimiento del tratamiento y su estilo de vida poco saludable, porque generalmente se niegan a hacer los ejercicios de rehabilitación, a seguir la dieta y a tomar los medicamentos.

La terapia se centra en los miedos al dolor, a la muerte, y a la incertidumbre, y en el apoyo. Es necesario que el paciente sepa qué le puede pasar y que la nueva condición de cardíaco le exigirá realizar cambios.

Los pacientes que han sido sometidos a angioplastía con un 95% de la arteria tapada, al principio cumple con las indicaciones del médico pero lentamente vuelven a los viejos hábitos, debido a problemas hogareños o de trabajo.

En los casos de infartos, cuando pasa el momento de la crisis, los cambios necesarios en el estilo de vida se olvidan y reinciden, intensificando el riesgo de repetir el ataque.

Un psicocardiólogo, puede prever y prevenir el infarto de su paciente, con los conocimientos necesarios y una escucha atenta, asegura la doctora Laham, del Instituto Lanari.

El nivel de riesgo también se puede detectar por medio de una batería de Tests de Personalidad, que puede medir el grado de hostilidad, de depresión, y de hábitos dañinos que lo afectan.

Los pacientes que fuman mucho, que tiene un trabajo stressante muy demandante, que sufren de ansiedad y se sienten deprimidos son candidatos firmes para el infarto. Si a todo eso se suma un alto nivel de colesterol, decididamente el episodio coronario está muy próximo.

Lo que más les cuesta a estas personas es cambiar los hábitos luego de haber pasado gran parte de la vida desarrollándolos.

Si una persona continúa haciendo lo mismo sabiendo que su vida está en riesgo, es acertado llegar a pensar que prefiere morir a cambiar, para seguir viviendo con un estilo de vida diferente.