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Evita el estrés familiar

Publicado por María Gómez

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Se acercan unos días en los que pasamos más tiempo con nuestros allegados.  Durante las vacaciones de Navidad, normalmente ,el espíritu navideño inunda estas reuniones y los miembros las suelen recibir con alegría, reinando un ambiente caluroso y festivo. Sin embargo, no es menos cierto que también pueden despertar en nosotros sentimientos de ansiedad incluso de hostilidad.

En general los eventos familiares pueden ser causa tanto de unión familiar, como de quebrantamiento de la salud familiar. El estrés familiar no debería darse, ya que, idealmente, la familia es fuente de apoyo, amor y recuperación, pero la realidad es que no siempre y no en todas las familias ésto se cumple.

El nivel de estrés adquirido por el contacto con la familia o con alguno de sus miembros dependerá de la intensidad con la que la persona viva estos acontecimientos, con el valor adjudicado al significado de familia y lo que eso conlleva, al nivel de dependencia emocional con respecto a la misma o al grado de vulnerabilidad que presente la persona en ese momento.

Normalmente, cuando se acerca una reunión familiar se suele experimentar la sensación. o bien de apetencia de volver a ver a sus seres queridos o bien la sensación de querer evitar a toda costa acudir a esa reunión y buscar un repertorio de excusas válidas para no acudir.

Es evidente que lo más razonable en estos casos es realizar los ajustes personales pertinentes, es decir, buscar las estrategias de afrontamiento más adecuadas a nuestra situación y aprender a abordar de la forma más adaptativa posible el reencuentro familiar.

Es frecuente que se remuevan los rencores, los conflictos no solucionados, y que se eche mano de todo aquello que nos hizo daño en el pasado con lo que el enfrentamiento está asegurado si todos nos dejáramos llevar por el instinto de defensa.

Por eso, y para minimizar el impacto que todo esto produce en nosotros, lo más aconsejable el buscar el origen de todos estos conflictos y solucionarlos. Es muy recomendable que un profesional pueda guiarte en este proceso y oriente el flujo de emociones  en la dirección correcta ya que es muy fácil bloquearse en el negativismo de la situación.

Además, puesto que normalmente la persona con la que tienes el conflicto no está presente, por lo que es más difícil obtener retroalimentación, el psicólogo será capaz de que la intervención tenga el efecto deseado aún cuando no contamos con una parte del conflicto. Se trabaja sobre todo en la gestión de los recursos personales controlables independientemente de los elementos contextuales que participen del conflicto.

En suma, se trata de una intervención de carácter psicosocial en la que, para solucionar un problema familiar, a la vez se tratan aspectos personales que pueden estar incidiendo negativamente la perspectiva vital de una persona. Como consecuencia, el beneficio de zanjar estos temas y soltar los lastres siempre será favorable. A veces, es posible que la terapia requiera un alejamiento temporal o una disminución del contacto con la familia para poder reorganizar el pensamiento y dar tiempo a la persona adaptarse a la nueva condición. Así tendrás la excusa perfecta, ¿no te parece?